Musk y otros han puesto el coche eléctrico demasiado por delante del caballo

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El recorte del 10% en la fuerza laboral global de Tesla es consecuencia del entusiasmo, señala una publicación de Auto Industria.

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La noticia de que el bocazas y megalómano Elon Musk decidió despedir a alrededor del 10% de la plantilla de 140.000 trabajadores de Tesla no sorprende del todo a nadie que haya estado intentando averiguar cuál es, de hecho, la “temperatura del agua” del mercado. De coches eléctricos en todo el mundo.

Excluyendo a China, no le está yendo nada bien. O mejor dicho, incluso se está moviendo, pero a un ritmo mucho más lento de lo que algunos heraldos estimaban y aún así dependiendo del balón de oxígeno de los incentivos fiscales en mercados importantes.

El propietario de Tesla, que literalmente envió su coche al espacio, fue quizás quien hizo sonar con más fuerza las trompetas de la nueva e irremediable era a corto plazo.

Hace apenas dos años –sí, hace apenas dos años– hizo todo lo posible para calcular que su empresa produciría 20 millones de autos eléctricos por año en 2030, en al menos diez o doce gigafábricas.

En la práctica, se tragaría, por ejemplo, a Toyota, el mayor fabricante de vehículos del mundo, que hoy, con la gran mayoría de sus coches y camionetas propulsados por combustión interna, fabrica poco más de la mitad de lo previsto para Tesla en sólo seis años.

Haciendo cuentas, para confirmar la palabrería de Musk, Tesla tendría que multiplicar diez u once veces su producción en este corto periodo, ya que en 2023 sólo algo cercano a 1,8 millones de vehículos de la marca saldrán a las calles de todos los continentes.

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TESLA: DEMASIADO RUIDO Y MUY POCOS CLIENTES EN LA TIERRA

Y, sin embargo, teniendo en cuenta, por supuesto, que, dependiendo del negocio, los enemigos de Musk y sus amigos chinos no quieren interponerse en su camino, aunque BYD ya le pisó los talones a Tesla el año pasado como fabricante de vehículos eléctricos puros. vehículos y lo superará incluso con cierta holgura en 2024, como en los últimos meses.

La decisión de eliminar tantos puestos de trabajo sugiere ahora que Musk asumió que tal vez era necesario combinarse, como diría la estrella Garrincha, con los rusos, en este caso encarnados especialmente en los fabricantes chinos y, más importante aún, en los consumidores de casi todo el planeta.

El CEO de Tesla olvidó que la industria del automóvil no sólo vive de la opulenta California y que en el universo global de mercados predominan los clientes con poder adquisitivo restringido, insuficientes para aventurarse a adquirir un coche que, eso sí, sigue siendo un lujo en el caso de Teslas.

¿OTRA VEZ LOS RUSOS?

Sin embargo, increíblemente, como informan las noticias internacionales, Tesla habría decidido abrir la producción de una alternativa básica más asequible, por debajo o en el límite de 20.000 euros o un poco más en dólares. En este caso, no se puede volver a echar la culpa a los rusos.

Sobre todo porque, al mismo tiempo, un buen número de otros gigantes fabricantes de automóviles occidentales han estado persiguiendo este grial representado por el coche eléctrico barato. Algunos a través de asociaciones e incluso participación en empresas chinas, lo que permite ahorrar tiempo para el desarrollo y ofrecerlo en el mayor número de mercados lo antes posible.

Otros, como General Motors y Ford, compatriotas de Tesla y que, como Tesla, están pasando por la dificultad de no disponer aún de un mercado eléctrico nacional tan fuerte como el chino, ya han revisado planes y discursos de que la solución para el sector es saltar directamente de los modelos a los de combustión para los coches propulsados por baterías.

Es el paso atrás lo que puede garantizar dos pasos adelante en el futuro. Es llevar al toro por delante de… los coches eléctricos.